La
fracción kirchnerista denunció que quieren vender la sede, mientras el sector
mayoritario de la central obrera lo niega e impulsa una transformación del
lugar y una mudanza por el mal estado de las instalaciones y la falta de
espacio. Quién es quién en la disputa
El edificio que se
convirtió en un insólito motivo de pelea en el gremialismo peronista tiene una larga
historia: como recuerda el sitio Moderna Buenos Aires, lo inauguró Juan Domingo
Perón el 18 de octubre de 1950, fue donado por Eva Duarte de Perón a través de
su fundación de ayuda social y lleva el sello del arquitecto Jorge Sabaté, responsable también de obras como el
anfiteatro del Parque Centenario, el Autódromo porteño, la sede de La
Fraternidad y la Ciudad Universitaria de Córdoba, además de haber sido
intendente de la ciudad de Buenos Aires entre 1952 y 1954
Como si no le
faltaran motivos para pelearse, los dirigentes de la CGT acaban de encontrar
otra razón: un proyecto de la cúpula sindical para convertir en un museo al histórico edificio de Azopardo 802 y trasladar a una nueva sede el funcionamiento de sus 36 secretarías y el sector
administrativo. La iniciativa tiene fundamentos, pero quedó atrapada en la
grieta cegetista: Mario Manrique (SMATA), el secretario Gremial de la central
obrera, denunció que “ya arreglaron con Rodríguez Larreta que van a tener otro
edificio y nadie dice nada”. “Están entregando la historia
de la ·#CGT ”, protestó.
El enfrentamiento
tiende a crecer porque Manrique amenazó con pedir explicaciones sobre el tema en la próxima reunión del Consejo
Directivo cegetista. Su aliado Pablo ·#Moyano (camioneros), con quien está asociado en el #kirchnerista Frente Sindical para el Modelo Nacional #Fresimona, también advirtió que quiere hablar sobre otro punto polémico:
la reunión secreta de un puñado de dirigentes de la CGT con Horacio Rodríguez Larreta. “Yo no me puedo sentar a hablar de una reforma
laboral o de cambios en el modelo sindical con quien fue parte del modelo de
Macri”, dijo.
Desde esa alianza sindical negaron que se piense en vender la
histórica sede cegetista: “Es mentira -dijo Gerardo Martínez a Infobae-. El edificio fue declarado
Monumento Histórico Nacional en 2007, pero tiene problemas en su estructura.
Por ejemplo, tuvimos que reforzar algunas
partes de los cimientos que estaban en mal estado porque es una zona cercana al
río. Y es muy poco funcional: es habitual que no
funcionen los ascensores y no
hay suficiente cantidad de oficinas para las 36 secretarías que tiene
hoy la CGT. Hay dirigentes que se turnan para
usar los lugares de trabajo”.
La idea de la conducción
cegetista es restaurar el
edificio de manera integral y convertirlo
en un museo, con el salón principal, el Felipe Vallese, en el primer
piso, que se utilizará para “acontecimientos
relevantes del sindicalismo y de la política” e incluso contemplan
abrir las puertas al turismo: “Hay mucha gente que viene de distintas partes
del mundo y les gustaría conocer un lugar de estas características e incluso se
puede proyectar un video con hechos
históricos de la Argentina”, reveló el líder de la UOCRA, uno de los promotores
de la transformación de la sede de la CGT
Además, el otro desafío con el que tienen que lidiar las
autoridades de la CGT es preservar el patrimonio que se guarda en el edificio.
“Bajás al sótano y te juro que te dan ganas de llorar por las cosas que están
ahí, casi en ruinas, abandonadas”, confesó el dirigente. Por eso están hablando con el ministro
de Cultura, Tristán Bauer, para digitalizar los archivos y los libros “que se van a dañar si no hacemos
algo: cada documento, cada puerta y cada salón del edificio forman parte de la
historia”.
Convertir el edificio de Azopardo 802 en un museo implicará mudar a los dirigentes y colaboradores
que hoy trabajan allí en condiciones precarias por los problemas edilicios y de
mantenimiento. Por eso los directivos cegetistas están en plenas conversaciones
con el gobierno nacional y el de la ciudad de Buenos Aires para que les ceda en
comodato algún edificio en desuso y
trasladar allí el funcionamiento de las distintas secretarías de la CGT y las
oficinas administrativas y contables.
“Tenemos que tener un ámbito de trabajo apropiado para las
necesidades y la importancia que tiene la CGT”, resaltó Martínez, quien
adelantó otra iniciativa que evalúa la CGT: “En el área donde está el garage,
al lado de la entrada principal del edificio, pensamos instalar un espacio para la formación, la capacitación y
la innovación tecnológica, como una suerte de centro educativo,
técnico y académico donde van a participar distintas universidades en apoyo a
las necesidades que tiene el sindicalismo en los debates y en las
negociaciones. Algo parecido tienen en
Alemania y en Francia”
Ahora, el edificio de la CGT se encamina a convertirse en un
museo. Sus dirigentes le rinden homenaje a través de una de las tradiciones más afianzadas del sindicalismo argentino: la división interna.
Por
Ricardo Carpena. INFOBAE